lunes, junio 11, 2012

Runners vs Zombies, Manga 59

¿Una carrera de cinco kilómetros a través del bosque, perseguido por zombies y salvando obstáculos?

Sentía bastante curiosidad por ver cómo iba a ser la Runners vs Zombies Collserola Edition. Puesto que últimamente me ha dado por córrer y he recuperado algo de forma, incluso cambié los entrenamientos de las últimas semanas para adaptarlos a una carrera más centrada en el sprint puntual que en la resistencia de fondo. Me planteé llegar a practicar fintas, pero me conozco demasiado bien y sabía que eso habría acabado con lesión en el tobillo. Sea como fuere, nos habíamos apuntado unos cuantos descerebrados de twitter, y la cuestión era pasárselo bien.

Justo una semana antes se había celebrado la Runners vs Zombies en Madrid, así que visité algunos videos de la carrera para saber de qué iba el percal.

Claro que en Barcelona tendría que haber algunas diferencias. La carrera, en Madrid, se corría en El Pardo, y eso parecía un eral, un desierto apocalíptico. En Barcelona iba a ser montañoso. Pero tampoco creía que fueran a cambiar muchas cosas.

Así que llegó mi primer preocupación: el agua. En un video, vi que situaban un tanque de agua por donde los corredores debían pasar sí o sí. No es que sea un gremlin ni que tema una piscinita que llega hasta las rodillas. Es que inhabilitaba todo tipo de aparato electrónico por peligroso. Ni cámaras de fotos, ni de video, ni por supuesto iphones. No me iba a arriesgar a estropearlos por una carrerilla. El día que haya un apocalipsis zombie ya los cargaré conmigo, pero este domingo, no.

El día de la carrera, nos vamos encontrando los twitteros corredores (@floydbrush, @alexsantalo, @adriaserra, @laiamarques, @CapitanUrias & wife;  i un servidor de vostès, el @DoctorMoriarty) en el baixador de Vallvidrera. Ya hay algo que falla: aquí dónde hay que ir, qué hay que hacer, cuándo hay que empezar.

Las taquillas son un tenderete de guardarropía, donde dejamos bolsas y (lo que me jode más), cámaras de fotos. 

Toca esperar a que llamen a los de nuestra manga. Mientras tanto, mucha gente disfrazada: algunos de militares, otros de pallasos, incluso un párroco con crucifijo que reza el padrenuestro antes de empezar a correr. A este nos los encontraremos al final de la carrera, ya sin el alzacuellos y bien muerto.

Estiramientos, algo de nervios (al menos yo, que tenía ganas de empezar a correr) y nos llaman para las instrucciones.

Bien, las instrucciones son un pestiño. Un tipo vestido de soldado nos dice que no hagamos trampas y que si somos unos bravucones acabaremos muertos en cien metros. Añade que hay obstáculos a lo largo de toda la carrera que habrá que salvar, y que si no queremos hacerlos tendremos una penalización de 10 segundos. Y que es posible que encontremos alguna vida durante el circuito.



Poco más tarde veremos que lo que acaba de decir es una auténtica chorrada.

Empieza la carrera y a los cincuenta metros nos encontramos a dos chicas zombies (me dicen que una es @carlagoon, pero no la conozco). Sorteamos fácil y entramos en pleno bosque. En la primera curva ya hay unos cuantos zombies gimiendo y moviéndose lentamente. Un oficinista, una novia, qué sé yo, tampoco me paré a mirarlos mucho. Subimos una cuesta y el grupo hace el típico frenazo del pasaje del terror: pasa tú primero, no pasa tú, no tú, no pasa tú primero. Total, que en medio de un senderillo empinado los zombies empiezan a perseguirnos desde atrás. 

Pero no hay problema, el grupo reemprende la marcha y seguimos subiendo y esquivando muertos vivientes. Hasta aquí, más o menos todos vivos. Y es divertido, qué demonios. 

El grupo lo formamos unas veinte personas, sobre los veintyalgo y los treintaypocos. Hay alguna chica más joven y un par que no cesan de repetir: yo voy despacito, yo voy despacito.

Pronto comprobamos que, en esta carrera, de correr, más bien poco.

Seguimos avanzando por el bosque de subida ya caminando. Pocas veces abandonaremos este ritmo. La cuesta se hace dura y el sol empieza a apretar. Subimos, subimos y subimos. Dejamos atrás el bosque y cogemos un camino de ascenso interminable. Pasamos por debajo de unos cordeles mal atados (¿primera prueba?) y llegamos al punto más alto del recorrido. 

Allí nos espera un zombie con traje que intenta arrancarnos las vidas.

Vale, imperdonable. No os lo había explicado. Llevamos un cinturón con tres cintas de celofán rojo que sirven como vidas. Tienes que llegar al final de la carrera al menos con una. No las puedes esconder. Yo soy bastante pánfilo y las dejo colgando alrededor de la cintura hasta las rodillas. Un reclamo para zombies, vaya. En mi grupo son bastante más espavilados y las doblan para que solo sobresalgan un poco de la camiseta. Qué poco preparado estoy para el apocalipsis.

A partir de entonces, casi todo el rato es bajada, a pleno sol. Los zombies se concentran en hordas, y entre horda y horda puede haber hasta dos quilómetros de camino solitario por el que vamos andando y charlando. Solo nos falta el fuet y los tuppers con la tortilla de patatas.

Nos cruzamos con la horda zombie capitaneada por @Skyblasc. No le reconozco hasta que no grita Autor, autor! a nuestro paso. Me detengo a esperar a los compañeros. He sido el primero en pasar y puedo girarme a saludar al zombie. Pero ya no es el Skyblasc que conocemos...

Un miembro de la organización nos dice que nos hemos saltado una prueba. Se trata de un montón de balas de paja que hay que subir y bajar. No la habíamos visto porque estaba en un lateral del camino. Claro, no lo pueden bloquear por las ambulancias. Si no quereis pasarlo perdereis diez segundos.

La regla estúpida de los diez segundos. ¿Qué sentido tiene perder tiempo en una carrera en la que no te están cronometrando y que haces paseando? 

Luego bebemos algo de agua de garrafón caliente que tienen en el suelo (y donde hay más posibilidades de infectarte que con el mordisco de un zombie) y seguimos el circuito.

Andar, andar, andar. Nos avanzan algunos corredores muy pro de grupos que han salido después que nosotros. Al mismo tiempo, damos alcance a corredores de grupos anteriores. 

En el primer quilómetro y medio, y tras un desafortunado incidente con otro corredor que me precipita a los brazos de un zombie, estoy muerto.

Primero me jode, porque quería acabar la carrera vivo. Pero al cabo de un rato le descubro las ventajas. Puedo pasar corriendo entre los zombies igual y estos te acecharán como si estuvieras vivo, pero ya no tienes nada que perder. Es todo mucho más relajado. Sirvo como cebo y distracción para que los corredores que quedan vivos en mi grupo pasen sin problemas. 

El agua seguía sin llegar. Ni llegaría. El resto de pruebas se limitaron a saltar unos neumáticos. De las vidas que posiblemente habría en el camino, ni rastro, ni falta que hacía. 

Lo que más miedo daba eran aquellos zombies que se quejaban con voz lastimosa: eh, que si no quereis jugar con las reglas, no haberos apuntao. O los que gritaban: por los lados no vale, por el centro, por el centro!

Luego había algunos ultramotivadísimos. No eran zombies, eran infectaos. 

Mención especial al corredor que estaba lesionado en mitad de la pista, atendido por una compañera. Al acercarte a atenderlo, se daba la vuelta y tenía todo el morro manchado de sangre y te perseguía para zamparte. Bien.

Claro que cuando vimos a otro corredor en el suelo, lo primero que hicimos fue sospechar. Pero no, este había sufrido un golpe de calor o vete a saber qué. La chica que le cogía sus piernas en alto decía: ha sido del susto. Pues eso.

Todos esperábamos una auténtica masacre zombie al final de la carrera. Un campiquipugui de muertos vivientes. Eso pasaría después de atravesar un túnel (la gran sorpresa, absolutamente a oscuras, realmente terrorífico), si bien no sería en un descampado sino en un claro del bosque. Allí, los últimos zombies eran mucho más agresivos y te perseguían con ahínco. Vi a alguno de mis compañeros volar por delante de mi y casi perder los dientes (¿verdad, Capitán Urías?). Vi gente gritar y correr por su vida. Vi un niño zombie chillando a los corredores (premio para él, también). Vi caídas, vi héroes, vi cobardes, vi a Darth Vader. Ese sprint final fue realmente divertido.

Lástima que, al entrar en la meta, todo quedara un poco deslucido. Sin épica. Llegabas corriendo mientras un speaker mataba el tiempo. Te daban una bolsa con una camiseta y publicididad del DVD de The Walking Dead, un Aquarius, una barrita de cereales, una manzana y a casa. Ningún tipo de ránking ni nada de nada. Calculé que habíamos recorrido 6,39km, en lugar de los 5 que habían anunciado. Tiempo total, una hora de paseo.

Divertido, pero quizá algo mal organizado. Eso se soluciona con la práctica, sin embargo,

Y después del apocalipsis de la manga 59, una cervecita para celebrarlo.