miércoles, diciembre 06, 2006

Z-Day, por Jesse Custer

12/12/07
05:45
Faltan diez minutos para el salto y aquí arriba no hay nadie a quien le parezca una buena idea. Algunos rezan, encomendándose a un Dios que parece haber borrado a los Estados Unidos de su mapa particular. Me alisté hace poco más de un mes y ya he oído al menos quinientas versiones de cómo empezó todo. Un arma biológica, el ataque definitivo del puto Bin Laden, demasiada televisión, la madre naturaleza cumple su venganza. Nadie sabe que pasó, pero en menos de quince días la mitad de la población de la máxima potencia mundial se estaba comiendo a la otra mitad. Literalmente.
Suena el pitido, la luz roja. Es hora de ganarse el cheque.


14/12/07
14:42
Inteligencia. Bonito nombre para un puñado de incompetentes. La caída fue mal, es muy difícil pisar tierra cuando apenas la ves y veinte dentaduras luchan por un pedazo de tus piernas. De los pocos que conseguimos tocar suelo solo la mitad llegamos al punto de encuentro. Cuatro hombres, dos fusiles, tres cargadores y una radio. Las noticias tampoco son alentadoras. Es casi imposible avanzar por tierra. Y ellos siguen igual. Llegan a la frontera deslizándose y cuando pisan suelo extranjero dan la vuelta. Lo mismo pasa con México.
Los zombies son patriotas.


15/12/07
01:25
Si queréis un buen consejo, no les disparéis a la cabeza. Olvidar todos esos tópicos, eso de que comen cerebros es una soberana chorrada. El otro día vi a tres comiéndose unas Nike, calcetines incluidos. Si huele a humano, es comida. De nuestro "grupo de asalto" quedamos dos. Mi acompañante, un francés con mala leche y más ilusión por vivir que la Reina Madre.
Tío, si lo conseguimos nos llevamos la pasta de todo el equipo. Mucho dinero.
Si lo conseguimos me hago vegetariano.
Dinero. Eso es lo que nos trajo aquí. "Alístate. Ayuda a los aliados. Haz tus sueños realidad". No nos apuntamos para devolver antiguos favores, quien lo diga miente o está completamente loco.
Mañana al amanecer entraremos. La luz del sol los deja como si se hubieran bebido media destilería del tío Jack.




16/12/07
08:45
La buena noticia es que tengo en mi mano derecha lo que hemos venido a buscar. La mala es que no tengo mano izquierda. El francés se quedó junto a ella y el resto de mi brazo en la entrada. Zombies con trajes de chaqueta, con chalecos antibalas y muy mala leche. O tienen memoria de lo que eran antes de morir o saben lo veníamos a buscar. Contraespionaje zombie. Sí, estoy empezando a delirar.
Pegaso, aquí Icaro. Paquete listo para la extracción.
Recibido Icaro. Suba a la azotea, en cinco minutos llegará su taxi. ¿Pasajeros?
Casi uno.
Aprieto el torniquete para que el dolor me despeje un poco y me de el valor suficiente para llegar arriba, sin pensar en cuantos encontraré en el camino o en si son ocho o nueve las balas que quedan en mi último cargador.
Pienso en mi cheque multiplicado por dieciséis, en la sonrisa de mi ex –mujer, la visión más horrorosa de la tierra. Y abro la puerta.

Relato del gran Jesse Custer.

2 comentarios:

Rafael P. dijo...

Un relato estupendo, como ya dije en su momento. El señor Custer sabe bien lo que nos gusta. :)

Anónimo dijo...

Uf, que bueno, lo acabo de leer y genial. Cortito, conciso, pero muy bueno.
¡Felicidades por el blog!