lunes, febrero 25, 2008

Porn of the dead


Cinco relatos cortos, cinco historias sobre muertos vivientes y sangre. Todo un creepshow prácticamente, mudo, donde solo se abre la boca para comer, en el sentido más amplio del término. Esto es Porn of the Dead.

El Jacuzzi

Una zombie deambula solitaria por una calle de una urbanización cualquiera. Un redneck la recoge y la introduce en su pick-up. Parece inofensiva, y se deja llevar. Va vestida tipo enfermera de pabellón psiquiátrico, totalmente sucia y en un estado de putrefacción avanzado, pero parece que el paleto no tiene muchos complejos.

Al llegar a casa la estira en su jacuzzi del comedor (sic), que está forrado de plástico y papeles de periódico, porque por lo visto el tipo ya lo ha hecho antes y ni el cillit bang elimina las manchas de podrido que dejan las zombies.



Se va a vestir con su mono antibacteriológico, y vuelve armado con una escoba, pero la Z ya no está allí. Bueno, solo está la ropita, porque ella le pega un susto de agarráte y no te menees por la espalda y le rompe el traje (que muy bueno no sería) y cuando él ya se imagina devorado, ella le hinca el diente en todo el miembro viril. Zas, zas, zas, quién iba a decir que una muerta tendría tanta destreza con la boca. Lametón y succiones varias van eliminando el maquillaje del rostro, en lo que se podría interpretar como el antidoto contra los zombies: el sexo. A más follaje, más revitalizada parece. A la finada le va el doggy, y con los empujes del redneck se le va yendo la mugre. Y oye, bajo esa capa de mierda y sangre no está mal, la muchacha. Claro que poco puede disfrutar nuestro ínclito amigo porque a ella le entra la típica gazuza de después del coito y le arranca el cimbrel de un mordisco, lo que provoca no pocos quejidos del macho sureño y una gran fontana de sangre.

La solitaria



Una rubita inocente que escucha metal en su ipod (una música que taladrará insistentemente a cualquier espectador que desee escuchar algo en esta producción), con coletas y minifaldillita, se tumba en su camita en la habitación llena de pósters del superpop.

En la última promoción de la mítica revista debían regalar un dildo rosado, que ella ya aprendido a usar, y que introduce en su orificio íntimo para proporcionarse placer.



Se queda así como dormida y se despierta en la misma cama, con una luz verde y roja de lo más chunga, con un zombie sacándole jugo de su entrepierna. Por suerte, parece que el Z tiene dos órganos intactos: la lengua y el pene. Con la primera lame que lame que lamerás, la deja la mar de contenta. Con el segundo uno se plantea una duda: ¿se convertirà ella en un muerto viviente por infección a través del contacto de fluidos corporales?



Esa pregunta se la debe traer al pairo porque la rubita que ya no parece tan inocente engulle semen en cantidades industriales, al modo de orchata en pleno veranito.

Al final, el truco más facilón del mundo: todo era un sueño.

Rodando, rodando y acabé copulando

¿Por qué demonios hay tantos films porno en los que se muestra el rodaje de un film porno?
Aquí no podían ser menos, y una señora con un piercing muy raro en la vagina que tiene que rozar todo aquello que se meta dentro es la protagonista de la película que están rodando en un parque a media noche con niebla.

¿Es metacine? ¿Es tetacine?



El caso es que aparecen tres maromos de color verduzco que por lo visto no son zombies, son infectaos (enjuto mojamuto dixit) que se comen los higadillos del cámara y el técnico de sonido, y montan una gangbang sangrienta con la señorita. A destacar la megasilicona de ésta, cuyos pechos son tan esféricos como imposibles.



Por lo visto a ella le van los tíos descompuestos, porque le pone un esmero tremendo en dejarse penetrar vía anal/vaginal mientras absorbe una tranca no putrefacta. Los infectaos saben hablar, aunque solo sea para decir oh yeah, oh my god. A destacar que, si bien los dos primeros en correrse lo hace una efectividad envidiable, el tercero tarda lo suyo en descargar sobre la garganta de la siliconada, que pone cara de aburrimiento a la espera del disparo.

El Mad Doctor

Sabemos que es científico porque lleva una bata blanca. Deposita el cuerpo de una muchacha antaño lozana y ahora cadáver sobre una camilla, y le hace una reanimación algo particular. Mediante la técnica de la LYDEA (Lengua Y Dedo En Agujeros), frota y frota hasta que la despierta. Como quiera que sea que cuando uno vuelve de la muerte con un gran apetito sexual, la chica despelota al mad doctor y se lo zumba. Cabe reseñar que el hombre va más tatuado que Michael Scofield después de una noche de borrachera, y que le gusta practicar el bitch slapping con la boca de la resucitada.
Y no tiene más.

En la boca del mierdo

En un manicomio, un celador acosa una paciente desnuda con la cara destrozada. Se nota que se han acabado las ideas porque aquí solo se ven un montón de cruces en las paredes acolchadas (al modo de la peli de Carpenter), y una única acción: la cópula del celador con la carasudoku.

Pim pam pum, ella le arranca un dedo de un mordisco, él la pone mirando a la meca y le da su dosis de carne por el Ohio. Cuando él se confía (recordemos que se está desangrando via digital), ella le abre el torso y se zampa sus intestinos. Vale, de acuerdo. Fin.


3 comentarios:

Bla dijo...

I've seen this movie and it's quite ridiculous. :)

PS Cool blog, though.

Anónimo dijo...

XDXDXD
Me descojono leyéndote, Doc. ¡Eres grande!
La tipa del vídeo anda muy bien, muy zombi.
=D

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